La joven del zapato

La noche se volvía cada vez más fría, el cielo estaba estrellado y al parecer el pueblo estaba de fiesta.    Todos bailaban, saludaban a todo el mundo y compraban en los pequeños puestos improvisados que se habían formado a raíz de la celebración.

Me enteré del motivo de la fiesta al escuchar a dos ancianas hablar al respecto. El príncipe había llegado de su viaje y en honor a su regreso, su padre, el rey, organizó una bienvenida digna a su querido hijo. Una fiesta con todo el pueblo.

Terminaba de comer un bastón de caramelo con miel, cuando el reloj del castillo anunció la media noche. Era tiempo de marcharme.Mientras caminaba por la lúgubre calle que tomé como atajo, giré de inmediato al escuchar el galope de unos caballos. Cuando di la vuelta no pude creer lo que veían mis ojos, los majestuosos corceles se convirtieron de pronto en cuatro pequeños y sucios ratones, los cuales no estaban solos, pues una muchacha en haraposーa la que le calculo mi edadー venía igual de apurada que ellos. 

ーBuena mujer, ¿serías tan amable de no decir nada sobre lo que has visto, te lo agradecería mucho?ーdijo ella con agitada y dulce voz.

No me dejó hacerle ni una sola pregunta sobre lo que le pasaba, pues volteó de inmediato y salió corriendo junto con su perro y los ratones que la acompañaban. La calabaza estaba destrozaba a mis pies y la luz de las estrellas hizo que algo en el fango refleje su brillo en la penumbra, era un zapato de cristal, que no cualquier muchacha del pueblo podría tener.

El zapato lo llevé conmigo y desde esa noche quedó guardado en una caja. Aquella noche fue extraña, pues nunca comprendí por qué la muchacha no regresó a ver su zapato, se supone que era de alto valor y a pesar de tratarse de uno solo, podía venderlo y obtener algo para alimentarse. Sólo entendí que era pobre, nada más.