El mundo de arriba


Bajo la luz solar resplandecía el océano, lleno de vida y encantado por sus habitantes, quienes por razones fuertes nunca pudieron establecer una relación estrecha con los seres humanos. El reino de las sirenas odiaba la tierra, por ello, no se conocía nada que implicara aprender sobre su historia, peor aún, estudiar de cerca la conducta humana o establecer alguna relación amistosa con ellos. Ante la vista marina, eran peligrosos en todo sentido.

Cierto día, la más joven sirenita del castillo salió a nadar unas vueltas más allá de donde  les es permitido a todos los habitantes del océano. La noche ya estaba presente y el asombro de aquel inocente ser no se podría describir.

-Jamás había observado aquella esfera brillante- dijo la joven y alegre sirena

-Esa, mi querida sirenita, es nada más que la luna y aparece todas las noches- le dijo una gaviota que volaba por el lugar.

Ambos seres entablaron grandiosa amistad desde aquella noche. La sirena que apenas tenía trece años de vida, quiso aprender más de aquello desconocido, ese mundo que siempre le fue negado.

Desde ese día,  la joven sirena empezó a recoger objetos de humanos, mismos que yacen perdidos dentro de barcos que sufragaron hace mucho, entonces cada vez que encontraba algo subía a la superficie y  pedía información a su amiga terrestre, la gaviota. 

 Sólo de esa forma la sirenita podía sentirse parte de ese mundo.

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