¡Que feliz sería yo!
Si el amanecer no fuera tan ingrato conmigo,
Si dejase al fin las hojas verdes en mi camino,
Y las secas desaparecieran finalmente.
¡Que feliz sería yo!
Si la noche dejase de sacarme lágrimas,
Y al ver la luz nocturna sentir compañía.
¡Que felíz sería yo!
Con tan sólo dormir y despertar sin culpa,
Y así sentir el aire cálidamente,
Poder vivir entre flores y pasto,
Para nunca más, volver al espanto.
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