Soledad nocturna


 Salí y la luna no estaba para observarla, ella entiende con esa mirada lo que trato de decirle. No existen palabras, ella sabe. 

La noche se posa sobre mis hombros, como lechuza sobre algún tronco en lo oscuro de un bosque inhabitable, sin pensar me encuentro hablando conmigo misma, y al fin después de meditar en la solitaria noche me resigno, entro a mi casa, después de todo me hablé de mis penas.

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