Febrero 2

Es la 0:30 de la madrugada, la oscuridad me abraza mientras me recuesto en mi cama a rememorar aquellos días de risas. De forma curiosa: feliz sin motivo alguno, ya que tu misma presencia evocaba nada, sólo era un imaginario egoísta el que me hacía notar cosas falsas.
Los nervios rosas nunca fueron reales, ni las sonrisas, ni aquel abrazo del día 24. 
Quizá sigo aquí pensando en ello, es una  mala costumbre, muy mala por cierto, pero sé que recordarlo así me hará olvidar más pronto.
O quizá no.

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